No soy original si te digo que asumo que con frecuencia te atrapa un típico conflicto de la vida cotidiana, una discusión, una diferencia laboral o familiar, una distancia impensada en un ser cercano, un problema de salud, una frustración en algo que no llega, en algo que querés y no tenés con qué. La ansiedad, la depresión, el estrés crónico, los trastornos de alimentación, las adicciones, las dificultades en los vínculos son todos reflejos del tipo de vida que, en mayor o menor medida, todos tenemos hoy en este aquí y ahora. Una mirada nostálgica podría concluir rápidamente en que todo tiempo pasado fue mejor y que antes estos problemas casi no existían. Error: problemas y consecuencias emocionales hubo siempre, el impacto en la salud mental de las personas no se creó artificialmente ni se inventó en un laboratorio. En todo caso lo que hay mucho más es información, diagnóstico e investigación científica que nos permite no sólo reconocer estos problemas sino también prevenirlos.
¿Qué hay de nuevo, viejo?
En el siglo pasado, cuando tuve que estudiar Biología en el colegio secundario, había un mito, hoy completamente desmentido, que afirmaba que sólo contábamos con las neuronas que teníamos al alcanzar la adultez. Nos enseñaban que luego no nacían más neuronas y las que, por el motivo que fuese, se morían, no había forma de reponerlas, a diferencia de otras células del cuerpo que se reciclan continuamente. Del mismo concepto erróneo se infería que nuestras neuronas envejecían inevitablemente. Hoy sabemos que nada de esto es cierto.
Diego Golombek, biólogo e investigador al que ya citamos en este Newsletter y con quien pude conversar en este episodio del Podcast vive+ nos amplía al respecto:
“Hoy sabemos que hay neurogénesis durante toda la vida, aún en edad avanzada. Hay zonas del cerebro en las que efectivamente no se reponen las neuronas muertas pero en otras sí y este proceso es activo y constante. Aún hay ciertas disidencias sobre cómo y por qué se da esto, y una de las pocas razones sobre las que hay consenso es el ejercicio físico. Un ratón que está andando en una rueda va a regenerar muchas más neuronas que uno que es sedentario. Y ya empieza a haber evidencias en humanos también. Entonces esa es la base para que el cerebro se mantenga joven, que tenga nuevas neuronas”.

Las ventajas que ofrece el ejercicio físico son novedosas, no las conocíamos hace 20 años. El deterioro cognitivo relacionado con el paso de los años es inevitable y está dado por múltiples factores. Una vez más, el ejercicio físico parece ser una puerta de entrada para poder aminorar este efecto. Agrega Golombek:
“Además de lo estructural relacionado con la creación de neuronas, el ejercicio físico hace más lento el deterioro cognitivo relacionado con la edad. El camino no es haciendo Sudokus y crucigramas, eso a lo sumo te puede convertir en un experto en palabras cruzadas pero eso no va a extrapolarse a otras funciones cognitivas. La clave es mantenerse en movimiento”.
En vive+ pareciera que la respuesta correcta a todas las preguntas es la misma: ¿cómo prevenimos el problema de… (podés completar la línea de puntos como quieras): hay que hacer ejercicio físico. ¡Respuesta correcta! (APLAUSOS). Ya a finales de la década de 1990 la científica neerlandesa Henriette van Praag descubrió que el ejercicio puede estimular el crecimiento de nuevas células cerebrales en roedores observados en sus investigaciones en San Diego, California. Y más adelante otra investigación comprobó que el entrenamiento no solamente se ve reflejado en un menor deterioro cognitivo sino también en la prevención o el alivio de trastornos de salud mental. En 2014 un equipo de científicos del Instituto Karolinska de Suecia realizó un experimento también con ratones que demostró este impacto.

(Nota al margen: pobres roedores, siempre ponen el cuerpo por la raza humana, ¿será por eso que en los dibujos animados siempre se salen con la suya? ¿O será por el efecto positivo que tienen de tanto correr en la ruedita?)
Los suecos dividieron dos grupos de ratones y a uno con mucho ejercicio en la rueda y proteínas extra y el otro sedentario y mirando Facebook. Luego sometieron a todos a un ambiente estresante, como ruidos altos, luces intermitentes y alteraciones en el ritmo circadiano. Después de cinco semanas, los ratones sedentarios mostraron un comportamiento depresivo, mientras que los ratones atléticos seguían lo más bien y preguntaban: “¿cuándo es la próxima carrera?”.
La depresión no es un tema superficial al que podemos subestimar, según la OMS el 5% de la población adulta la padece, incluso sin darse cuenta de cómo llegaron a ese estado, nadie lo decide afirmando “ahora me voy a deprimir”, como quien resuelve pedir una pizza. Trato de enfocarlo desde el optimismo, de poder aportar una pequeña herramienta, una idea práctica que pueda permitirles a algunas personas el inicio de una posible recuperación.
¡Malditos roedores!
A partir de aquellos ratones suecos tan felices que nos dieron las primeras señales se pudo construir un experimento increíble en Estados Unidos que acaba de publicarse hace pocas semanas. Durante diez años investigadores de la Facultad de Medicina de Harvard analizaron los datos de más de 50 mil adultos de unos 60 años sobre su actividad física, con imágenes de sus cerebros para rastrear la actividad relacionada con el estrés y la depresión, entre otros trastornos. El cardiólogo Ahmed Tawakol, líder de la investigación, resumió una de las conclusiones:
“Los individuos que hacían más ejercicio presentaban una reducción gradual de las señales relacionadas con el estrés en el cerebro. Sorprendentemente, encontramos además que en las personas deprimidas esos beneficios por hacer ejercicio físico duplican los resultados de aquellos que no tienen depresión“.
Es decir, el efecto positivo que el entrenamiento deja en las neuronas y el sistema nervioso en general se acentúa en las personas afectadas en su salud mental, el ejercicio físico actúa explícitamente como una medicación curativa y a la vez preventiva.
Hoy es una realidad que, de a poco, los sistemas de salud empiezan a incorporar a sus burocráticas estructuras, en general bastante ligadas a grandes negocios y lentas para los cambios de dirección del viento. La Organización Mundial de la Salud ya asume que:
La actividad física regular es muy beneficiosa para la salud física y mental.
En el adulto, ayuda a prevenir y controlar enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares, el cáncer y la diabetes; reduce los síntomas de la depresión y la ansiedad; y favorece la salud cerebral y el bienestar general.
En los niños y adolescentes, promueve la salud de los huesos, estimula el crecimiento y el desarrollo saludables de los músculos y mejora el desarrollo motor y cognitivo.
El 31% de los adultos y el 80% de los adolescentes no cumplen con los niveles recomendados de actividad física.
Verde que te quiero verde
Y si hablamos de hábitos que dejamos de lado por sostener un estilo de vida determinado, vemos que la pérdida de contacto con la Naturaleza también es un factor agravante para estos trastornos de salud mental tan generalizados. La conexión con nuestro entorno natural, poder poner los pies sobre la tierra, respirar el aire puro de un bosque, mirar el atardecer detrás de una montaña, son imágenes y sensaciones que nuestro cuerpo agradece y a las que también hubo científicos británicos que decidieron prestar atención: previsiblemente comprobaron que las personas que viven en entornos con mayor biodiversidad tienen mejor calidad de vida y de salud mental. Parece obvio afirmarlo, pero nunca está de más: una buena caminata en un entorno natural puede ser tu mejor cable a tierra.
El tratamiento y la prevención de algunas enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer tiene también sus esperanzas puestas en el entrenamiento físico. El biólogo Fabricio Ballarini es uno de los tantos científicos argentinos que en los últimos años combina la profundidad en sus investigaciones y la divulgación (¡otro que trabaja con ratones!). Uno de los focos de interés de sus trabajos profundizan en qué genera la actividad física en nuestras capacidades cognitivas. Junto a Pedro Bekinschtein y un equipo de investigadores del CONICET, Fabricio descubrió en 2023 que hacer 25 minutos de ejercicio físico puede ayudar a mejorar la memoria espacial. Dice Fabricio:
“La memoria espacial, que registra información sobre el entorno y la ubicación de los objetos en él, se deteriora con el envejecimiento y la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas, por lo que es importante estudiar formas sencillas de mejorarla”.

El estudio comprobó que realizar 25 minutos de ejercicio en bicicleta mejora la memoria espacial. Para ello, se diseñó un test de memoria dentro de un entorno de realidad virtual y tras evaluar a 98 voluntarios y voluntarias (de entre 18 y 35 años de edad) observaron que el ejercicio físico mejora esa función cognitiva.
El contexto no ayuda
En tiempos en que en nombre del mercado se justifica cualquier cosa y la única verdad es la de los buenos negocios, en Argentina se cuestiona que desde el Estado deba apoyarse las investigaciones del CONICET o la enorme red de clubes de barrio que la pueblan para transformar todo en una libre competencia de Sociedades Anónimas y grandes oportunidades. “Los deportes hacen bien”, no importa cuándo lo leas, una remera que diga, un paper que lo demuestre, un ratón que lo venga a desmentir.

Para cerrar, quiero dejarles la reflexión que Fabricio publicó hace poco en sus redes, ideas que comparto absolutamente: “El deporte es uno de los grandes inventos de la humanidad. El juego, la diversión, los valores, el esfuerzo, el manejo de las emociones y las frustraciones. Jugar a lo que sea y en cualquier nivel es fomentar un universo de cualidades. Pasé por muchos deportes en muchos momentos de mi vida. El deporte me generó miles de recuerdos hermosos. La dedicación de profes y entrenadores me ha llenado la vida de valores y amigos increíbles. Siempre fui horrible a casi todo pero era feliz intentando. Los clubes de barrio son todo lo que está bien. Ojalá se fomente su mantenimiento, se construyan muchos más y se los sostenga en el tiempo. Son el corazón del deporte.”
Seguimos en contacto a través de esta pequeña comunidad en construcción. Salí a la calle, ponete en movimiento, andá al parque: millones de ratones no pueden estar equivocados.