La recompensa imposible

Adicción a la dopamina

No sé lo que quiero pero lo quiero ya

Luca Prodan lo cantaba en los 80 pero sin duda es en la actualidad que esa frase cobra un sentido más generalizado y preocupante. El primer smartphone apareció hace 17 años. En menos de dos décadas los teléfonos celulares se convirtieron en el primer y mejor compañero de la gran mayoría de los habitantes del planeta, pudiendo intermediar casi todo aspecto de la vida cotidiana. Su uso repetitivo y muchas veces desmedido está asociado a la liberación en nuestro cerebro de la dopamina.

La dopamina es un neurotransmisor, es decir, una molécula que se encarga de llevar un mensaje desde las neuronas que la producen hacia otras células. Por eso interviene en una gran cantidad de procesos como el control del movimiento, la memoria, la recompensa cerebral – ese mecanismo de nuestro cerebro que nos refuerza a repetir una conducta – o el aprendizaje. También influye en numerosas funciones fuera del cerebro como la motilidad gastrointestinal, la liberación de hormonas, la presión arterial e incluso en la actividad de las células del sistema inmune.

La dopamina es conocida como la molécula de la felicidad, la que te la da y te la quita. Proporciona placer y relajación, interviene en procesos de memoria y aprendizaje porque regula la duración de los recuerdos. Es decir, decide si una determinada información se puede almacenar durante un tiempo o se elimina inmediatamente.

La dopamina determina rasgos de nuestra personalidad como la inseguridad o el grado de extroversión. Y esto lo consigue fomentando que la memoria y el aprendizaje vayan asociados a emociones. En este proceso interviene la dopamina, implicada en el control de las emociones. Por eso, el aprendizaje que contiene una carga emocional dura más, porque aprender provoca placer y la información se retiene durante más tiempo.

Mecanismo de acción

  • Sistema de recompensa: La dopamina juega un papel clave en el sistema de recompensa del cerebro. Cuando experimentamos algo placentero, como comer comida deliciosa, escuchar música que nos gusta, o recibir elogios, las neuronas en estas áreas liberan dopamina. 
  • Refuerzo del comportamiento: La liberación de dopamina no sólo nos hace sentir bien, sino que también refuerza el comportamiento que causó esa liberación. Esto significa que somos más propensos a repetir acciones que nos proporcionan una recompensa inmediata debido a la liberación de dopamina.
  • Predicción de recompensa: La dopamina también está involucrada en la predicción de recompensas futuras. Cuando esperamos una recompensa, nuestros niveles de dopamina aumentan, motivándonos a realizar acciones que creemos que nos llevarán a esa recompensa.

¿Cuál es el problema con el placer?

El problema es el mismo que plantea cualquier actividad en el que surge la falta de límites. La tecnología que nos rodea y que pone a nuestra disposición tantas posibilidades tentadoras está pensada para conectar con nuestra biología y volverse imprescindible. En sus múltiples apariciones públicas el tecnólogo y emprendedor Santiago Bilinkis advierte:

“La mayoría de las aplicaciones que usamos están diseñadas para ser adictivas, no en el sentido en el que lo es una droga, sino en el sentido de que el propósito de cada aplicación es que sigas usando esa aplicación, es retenerte todo el tiempo que pueda. Esto pasa en Apps como Tinder, en las que su función no es que encuentres una pareja sino que busques indefinidamente ese match. En los videojuegos hay muchos mecanismos de manipulación embebidos. Cuando en el FIFA pateás al arco, que la pelota entre o no, no depende de cómo apretaste el botón, es una decisión del juego si quiere que ganes el juego o no. Está arreglado el partido siempre y decide si vas a ganar o si vas a perder en función de lo que el algoritmo cree psicológicamente que te tiene que pasar para que sigas jugando. Si ganás siempre te aburrís, si perdés siempre te frustrás”.

El problema como en toda adicción es cuando nos falta la dopamina. Esa ansiedad que nos surge al advertir que hace varios minutos no chequeamos nuestro celular, si había mensajes o notificaciones, y que aumenta al darnos cuenta que no sabemos dónde dejamos nuestro teléfono, eso es específicamente nuestro cuerpo reclamando otra sobredosis. Como en cualquier adicción, la repentina ausencia de la dopamina está asociada a la depresión, y algunas enfermedades psiquiátricas y neurológicas.

Además del uso de nuestros celulares, la dopamina está asociada a múltiples aspectos de nuestra vida cotidiana:

  1. Comer alimentos sabrosos: en especial aquellos ricos en azúcar o grasa, como una torta o una pizza.
  2. Redes sociales: cada vez que recibes una notificación de “me gusta”, comentario o mensaje en una plataforma de redes sociales.
  3. Shopping: comprar algo nuevo, especialmente si es algo que deseas mucho.
  4. Juegos de azar: cuando apostás en un casino (incluso si lo hacés online) y ganás aunque sea una pequeña cantidad, la dopamina se libera, creando una sensación de euforia. Esta liberación refuerza el comportamiento de seguir jugando, esperando más recompensas que obviamente no llegarán.
  5. Ver series: maratonear varios capítulos en una noche, especialmente si cada final genera una gran intriga y ganas de seguir viendo episodios.
  6. Jugar videojuegos: lograr un objetivo o ganar un partido proporciona una recompensa inmediata. Esto refuerza el deseo de seguir jugando para experimentar esa sensación de logro repetidamente.

También hay actividades vinculadas con menos contraindicaciones:

  1. Ejercicio físico: participar en actividades deportivas puede provocar la liberación de dopamina, generando una sensación de bienestar conocida como “euforia del corredor”.
  2. Sexo: la actividad sexual y el orgasmo están asociados con una gran liberación de dopamina, proporcionando una de las formas más poderosas de recompensa inmediata.

Haciendo equilibrio

Personalmente lucho como todo el mundo con este tironeo entre lo que nos pasa, lo que queremos que nos pase, lo que nos quedamos esperando que pase y nunca llegará. Hace años que reduje al mínimo las notificaciones en mi celular, sólo mantengo los mensajes directos de Whatsapp. Por las noches mi teléfono y yo dormimos en habitaciones separadas y en las mañanas no me acompaña a entrenar. Trato de mantenerlo a raya, valorando todas sus virtudes y siempre con mucha conciencia de sus peligros y posibles excesos.

La tecnología y su vinculación directa con la dopamina nos tiene atrapados en un loop de pequeñas recompensas inmediatas que nos hacen alejarnos de otras opciones que impliquen procesos a mediano o largo plazo, que impliquen una profundización de experiencias y aprendizajes prolongados: todo debe estar listo ya, y si no lo está que aparezca una App y lo resuelva, o si no que sea la Inteligencia Artificial.

Si todo es para consumir ya mismo, entonces ¿qué queda para la construcción de nuestro propio futuro? ¿Qué espacio dejamos para dedicar tiempo, energía (¡incluso placer!) a visualizar el largo plazo? La preferencia por la recompensa inmediata influye en nuestra toma de decisiones, llevándonos a elegir gratificaciones instantáneas en lugar de beneficios a largo plazo, como gastar dinero en vez de ahorrar o procrastinar, en lugar de trabajar para metas de largo plazo.

¿Podemos vivir con menos dopamina?

Por supuesto que sí, su liberación permanente no es esencial para nuestra supervivencia, sólo que es tan agradable seguir scrolleando y ver otro video de 15 segundos… Y así seguimos, atascados en el sofá en el que nos encontrarán a los 80 años, completamente sometidos por un pequeño dispositivo y requiriendo toda clase de ayuda para simplemente subsistir. ¡Veamos otro episodio!

Hay otras opciones y dependen de lo que cada uno de nosotros haga. Es importante que aprendamos a  reconocer estos mecanismos para poder equilibrar las recompensas inmediatas con los objetivos a largo plazo. La capacidad de retrasar la gratificación te puede ayudar a tener una vida más saludable y satisfactoria, aunque nuestros cerebros estén naturalmente inclinados a buscar la recompensa inmediata.

El sistema de recompensa y la liberación de dopamina afecta a todas las edades, pero la forma en que se experimenta y maneja puede variar significativamente. En todas las etapas de la vida, es importante fomentar comportamientos equilibrados y buscar ayuda cuando las conductas de búsqueda de recompensas interfieren con el bienestar general. Educar y apoyar a las personas en cada etapa de la vida sobre la importancia del equilibrio y la gratificación a largo plazo puede ayudar a prevenir patrones de comportamiento adictivos.

Esto también libera dopamina

Es hermoso ganar, es hermoso tener razón. Esa linda sensación es la dopamina. Ni hablar cuando uno se acostumbra a ganar todo el tiempo. No hay peligro en esto: que la selección siga jugando así de lindo, gane para siempre y nos haga eternamente felices.

Y ya que hablamos de felicidad, tengo que contarte algo personal: estoy muy contento con lo que se está armando alrededor de vive+. Es lo que quería y es para lo que me preparé, pero comprobarlo es algo que no estaba garantizado (ni tampoco lo está proyectando lo que viene hacia adelante, habrá que seguir trabajando).

Escribirte cada semana, hacer las entrevistas, preparar los contenidos es un desafío cotidiano en el que procuro encontrar el tono para transmitirte la confianza, la curiosidad, las ganas para transformar cada día de tu presente en un futuro mejor.

Si querés repasar contenidos anteriores o reenviar a quien quieras, no dudes en hacerlo. Manejar la información, aprender, saber más, es una herramienta clave para entender el por qué de estos cambios que te propongo cada día.

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio