Como la mayoría de las mañanas, trotaba por mi barrio rumbo al parque. Levanté la vista y observé los primeros brotes verdes de esos árboles que perdieron todas sus hojas en el otoño. Aunque el calendario diga que faltan unos días, puntual siempre llega la primavera. El momento que pone fin a la oscuridad en varios de sus sentidos: para empezar, los que madrugamos podemos hacerlo viendo el amanecer en vez de despertar con una o dos horas de noche cerrada por delante.
El invierno suele llevarnos a actitudes cercanas a la hibernación de los osos, que son capaces de pasar más de seis meses sin comer, guardados en una cueva, esperando que salga el sol. ¿Vieron alguna vez un oso despertar de su hibernación? Me recuerda las épocas de mi infancia que volvía de un campamento, mal dormido por un par de noches, y me desquitaba con un sueño reparador de 14 o 15 horas.
Les decía que trotaba y me reencontraba con la primavera, que llega también con sus otros brotes, los emocionales y los de alergia (mientras escribo, no paro de estornudar). Y a pesar de todo, a mí, y seguramente a muchos de ustedes también, la primavera nos trae algo de optimismo, como una ventana que se abre y ventila el ambiente. Sale el sol y uno empieza a pensar en el verano, en qué va a hacer cuando el calor y los días largos nos inviten a salir de la cueva, a pasear, a conocer otros lugares, a hacer lo que tengamos ganas. A ser libres y, si es posible, también felices.
Otra primavera
Como dice un reel en el que me grabé con un ojo rojo como el de Terminator, nací en 1967.
Tenía 18 cuando terminé el secundario y la democracia daba los primeros pasos, los 80 estaban a pleno y vivíamos lo que se conoció como “la primavera democrática”. Fueron años de liberación, de descubrimiento, de creatividad. Por todas partes surgían señales de estar viviendo un momento histórico: la música, el cine, la literatura, las ciencias, el deporte, en pocos años tuvimos logros en el Mundial de fútbol, un Oscar, un Premio Nóbel, infinidad de discos y libros imperdibles. En paralelo llegábamos (tarde) al divorcio y (temprano) al Nunca Más y los Juicios a las Juntas militares. Se murieron Cortázar y Borges, pero también nació Messi. Lo vivíamos con cierta naturalidad, también tamizados con los conflictos de aquellos años, un poco inconscientes de lo extraordinarios que resultarían vistos a la distancia.
Mi lista de imprescindibles de los 80 en Argentina (podés hacer la tuya, que sean sólo 10):
Charly García
Sumo
Virus
Esperando la carroza
La historia oficial
Roberto Fontanarrosa
Les Luthiers
Alejandro Dolina
César Milstein
Diego Maradona
De aquellos días llenos de inspiración y esperanza pasaron 40 años. Más allá de lo que cada uno piense acerca del presente y de cómo llegamos hasta acá, resulta evidente que estamos atravesando una larga crisis. Y pasando de lo general al terreno más personal, de lo que cada uno de nosotros siente y ve respecto de lo que viene, está claro que está oscuro, ¿no? Y en esa opacidad que nos dificulta proyectarnos, quiero decirte que el hacer es mucho más importante que el decir y que el pensar.
En uno de los episodios del Podcast vive+ conversé con Celina Peralta, que contó cómo vivía muy complicada luego de haber tenido un ACV y atravesar también conductas de adicción al alcohol que afectaban su vida familiar y laboral. La puerta por la que salió de ese encierro fue empezar a hacer ejercicio físico, sólo esa rutina le permitió ordenarse y relanzar su vida adulta. Si no lo vieron, pueden ver el episodio completo, vale la pena.
Celina Peralta en su último cumpleaños, una persona completamente diferente de la que era.
Y hace poco, una de nuestras seguidoras, Debbie Percowicz tuvo la triste noticia de la muerte de su padre. Pocos días después, todavía atravesada por la tristeza y la ausencia, simplemente retomó su rutina de salir a correr, tomar aire, encontrarse con otros y otras. Y luego Debbie publicó en sus redes:
“Correr me hace acomodar los patos, me hace pensar en otras cosas, me hace escuchar otras historias de vida muy interesantes en las charlas profundas que se dan mientras corremos, me hace compartir un objetivo, me hace desafiarme, me hace esforzarme mucho, me hace sentir acompañada.”
Debbie y su grupo de running.
Nos gustaría tener más seguridades, más certezas, más likes y seguidores, pero es lo que hay. Somos este cuerpo, esta vida, estos ingresos, esta familia, en general no suele ser lo mismo que nos refleja el oscuro vidrio de nuestros celulares cuando skrolleamos hasta el infinito. ¿Sabías que es por eso que le pusieron “Black Mirror” a la serie? Si no la viste, son capítulos unitarios de ficciones sobre futuros cercanos y distópicos, en general a partir de distorsiones generadas por el uso de la ciencia y la tecnología.
Y acá estamos, con lo vivido y también con lo por vivir. Con los contenidos que te vengo compartiendo, ya sabemos que si nos preparamos físicamente y adquirimos algunos hábitos simples, podemos disfrutar de una longevidad bastante más sana y prolongada que la de nuestros actuales adultos mayores. Ya se habla de que los que tenemos más de 50 vivimos una nueva juventud, llena de oportunidades. Es también una nueva primavera para nosotros, un momento de reciclarnos, de sacar nuevos brotes, de florecer y descubrir de qué somos capaces.
Se trata de cuidarnos, de aceptarnos tal como somos y construir día a día la persona que queremos ser en el futuro. Es hora de salir, de nuestras casas y también de adentro de nuestras cabezas. Pensar menos y hacer más, la práctica cotidiana de actividades, aunque nos salgan mal, es lo que nos transforma.
Que tengas una linda primavera, ¡hasta la semana que viene!