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El ejercicio es medicina (o mejor)

Durante décadas, la medicina ha buscado nuevas formas de prevenir la reaparición del cáncer y aumentar la esperanza de vida en quienes ya lo han atravesado. En esa búsqueda, las soluciones solían ser farmacológicas. Pero ahora, por primera vez, un ensayo clínico ofrece una respuesta clara, contundente y revolucionaria: en pacientes de cáncer el ejercicio físico regular, estructurado y personalizado reduce significativamente el riesgo de muerte y el de volver a enfermar.

No es un rumor, ni una fake news, ni la publicidad engañosa de un medicamento milagroso de dudosa procedencia: es la principal conclusión de un estudio que acaba de publicarse a fin de mayo de 2025. La investigación, considerada un hito en la historia de la medicina y la deportología, se desarrolló entre 2009 y 2023 y contó con la participación de 889 pacientes con cáncer de colon. La iniciativa se desarrolló en seis países: Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia, Israel y Australia y los pacientes fueron asignados al azar a uno de dos grupos:

  • La mitad recibió únicamente un folleto con recomendaciones generales de estilo de vida saludable.

  • La otra mitad participó en un programa de ejercicio físico estructurado y guiado por profesionales durante tres años.

El segundo grupo recibió:

 

  • Entrenamiento personalizado con un coach dos veces por mes durante el primer período, y luego una vez al mes.

  • Un objetivo semanal equivalente a 3 o 4 caminatas de 45 a 60 minutos, aunque los pacientes podían elegir otras formas de moverse: algunos salían a remar, otros esquiaban.

Resultados sorprendentes

Los números no dejan lugar a dudas. Cinco años después, los pacientes que habían hecho ejercicio tenían:

  • 28% menos riesgo de desarrollar una recurrencia del cáncer o un nuevo cáncer.

  • 37% menos riesgo de morir, comparado con aquellos que sólo hicieron vida saludable.

En palabras de los propios investigadores, estos resultados colocan al ejercicio físico por encima de muchos de los tratamientos farmacológicos disponibles hoy para prevenir recaídas de cáncer y prolongar la vida.

Alguien que vive para contarlo

Uno de los rostros visibles de este estudio es Margaret Tubridy, de 69 años. Originaria de Irlanda del Norte, trabajó durante 26 años como recepcionista en Mercedes Benz. A los 64 años, fue diagnosticada con cáncer de colon en estadio III. Hasta ese momento, nunca había incorporado el ejercicio físico en su vida.

 

Tras completar su tratamiento oncológico, Margaret decidió unirse al ensayo clínico que evaluaba el impacto del ejercicio estructurado en la prevención de la recurrencia del cáncer. Fue asignada al grupo que recibiría un programa de ejercicio personalizado, supervisado por entrenadores personales durante tres años.

Con el apoyo y la guía adecuados, Margaret comenzó caminando más, luego asistió a clases en el gimnasio y eventualmente incorporó entrenamiento con pesas dos veces por semana, caminatas con bastones y se unió a un grupo de caminatas. Cinco años después de su diagnóstico, Margaret se encuentra libre de cáncer y disfruta de una vida activa y saludable. Ella misma expresa: “Participar en el ensayo me ayudó muchísimo. Estoy más fuerte, en mejor forma y mi ansiedad ha mejorado. Nunca pensé que a los 69 años podría hacer todo esto“.

Es hora de admitirlo: cambió todo

Se trata de una noticia que está redefiniendo la lucha contra el cáncer y que bien podría ser un punto de inflexión histórico en la medicina moderna. En todo el mundo hay miles de investigaciones en busca de nuevos medicamentos y terapias. En 2022 el mercado de tratamientos contra el cáncer en el mundo generó 178 mil millones de dólares y es una cifra que aumenta permanentemente. No hay nada en contra de los científicos ni de todo lo que pueda ayudar a las personas a estar sanas, pero es mucho menos lo que se hace en favor del ejercicio físico y la prevención.

 

Por décadas, hemos escuchado sobre los beneficios de un estilo de vida saludable para prevenir enfermedades, pero ¿qué sucede después del diagnóstico y tratamiento? Este nuevo estudio confirma algo que muchos laboratorios tal vez prefieran disimular: el ejercicio físico estructurado y sostenido puede ser más eficaz que muchos fármacos para prevenir la reaparición del cáncer y aumentar la supervivencia.

 

El Dr. Christopher Booth, autor principal del estudio y de la Queen’s University en Kingston, Canadá, destacó que la pregunta más común de los pacientes es “qué más puedo hacer para mejorar mi resultado”. Ahora, tienen una respuesta clara: “un programa de ejercicio que incluya un entrenador personal reducirá el riesgo de recurrencia o de un nuevo cáncer, te hará sentir mejor y te ayudará a vivir más tiempo”.

 

Este hallazgo no es menor. Se trata de un posible cambio de paradigma: el ejercicio ya no debería verse como un complemento o una sugerencia general de estilo de vida saludable, sino como una herramienta terapéutica activa, que podría incorporarse formalmente a las guías clínicas internacionales de tratamiento oncológico.

 

La Dra. Julie Gralow, directora médica de American Cancer Society (Asco), evaluó estos hallazgos y calificó la calidad de la evidencia como del más alto nivel. “Es tan bueno como un medicamento. O mejor que un medicamento, porque no tiene todos los efectos secundarios“. Destaca que muchos fármacos se aprueban con un beneficio incluso menor, siendo costosos y tóxicos, a diferencia del ejercicio.

 

Sir Stephen Powis, director médico nacional del NHS de Inglaterra, lo calificó de “realmente emocionante” y señaló que el ejercicio puede “potenciar la capacidad del cuerpo para prevenir el regreso del cáncer”, además de sus conocidos beneficios como mantener un peso saludable, fortalecer el sistema inmune, reducir la inflamación y mejorar el estado de ánimo.

 

Aunque este estudio se centró en pacientes con cáncer de colon, los expertos creen que los hallazgos podrían ser aplicables a otros tipos de cáncer, y se observaron menos casos de cáncer de mama y próstata en el grupo de ejercicio.

 

Este estudio marca un cambio de era en la oncología, pasando de un enfoque donde se decía a los pacientes “no se esfuercen demasiado durante la quimioterapia” a uno donde se alienta activamente la actividad física como una poderosa herramienta de curación y prevención. Es un recordatorio de que, a veces, la solución más potente puede encontrarse en los hábitos más fundamentales de la vida.


Con tanta evidencia dando vuelta, aún cabe preguntarse si estamos preparados para este cambio. ¿Seguiremos considerando al movimiento como una simple recomendación o le daremos el lugar que merece como tratamiento de primera línea? Hoy más que nunca, refuerzo uno de los conceptos que dieron pie a vive+: el ejercicio es medicina. Y no cualquier medicina: una que es segura, accesible, gratuita y con efectos colaterales positivos en todos los sistemas del cuerpo.

¿Qué hacer hoy?

No necesitás haber atravesado un cáncer para que esto te importe.
No necesitás un diagnóstico para empezar a moverte.
Lo que necesitás es entender esto: cada minuto que estás en movimiento es una inversión directa en tu salud futura.

 

Caminar, trotar, bailar, nadar, pedalear o simplemente dejar de estar tanto tiempo en una silla, todo suma. Y si podés hacerlo de forma regular, con seguimiento, mejor aún.

 

¿Y si el verdadero tratamiento preventivo no está en una pastilla, sino en tu próxima caminata?

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