Sólo a mí se me ocurre escribir sobre alcohol en plena temporada alta de brindis. El final de año, que suele anticiparse e incluir a todo el mes de diciembre, es una invitación permanente a toda clase de encuentros, festejos, celebraciones y reuniones que se dan regularmente como un ritual impostergable. El alcohol está siempre ahí en todas sus formas y cantidades, desde la tímida cervecita o la sidra, al vino, el champán y los tragos. ¿Justo ahora me voy a poner la gorra y venir a decirles que no tomen alcohol? Para nada, no es ese el objetivo de este Newsletter ni el espíritu general de vive+. Ya estamos todos grandes como para hacernos responsables de nuestros actos, de lo que tomamos y de lo que hacemos mientras tanto.

Lo que trae el trago
Como la mayoría de las personas adultas del planeta, tomo alcohol. Mi gusto particular hace que no beba mucho casi nunca, luego de dos o tres copas ya empiezo a no encontrarle tanto la gracia a la experiencia. Y las pocas veces que supero ese límite, al día siguiente suelo tener un fuerte dolor de cabeza que me deja casi inactivo. Me gusta la vida que llevo, madrugar, hacer ejercicio, sentirme bien, entonces el conflicto que la resaca me genera hace que detenga rápido la ingesta de alcohol cuando la tengo a disposición, una o dos veces a la semana.

Muchas veces se romantiza el consumo de alcohol, las letras de canciones, y fundamentalmente la publicidad hacen que siempre parezca una buena idea, un facilitador de alegría, de pasiones, un desinhibidor que nos ayuda a seducir y a conquistar el mundo. En “Adiós a Las Vegas”, la extraordinaria película de Mike Figgis por la que Nicholas Cage ganó el Oscar a la mejor actuación masculina en 1995, vemos el camino inverso: un hombre exitoso que va barranca abajo por seguir aferrado a las botellas.
No se trata de moralizar al respecto, al fin y al cabo todos tenemos bastante claro que hace mal. Durante años se nos dijo incluso que una copa de vino por día era saludable en una campaña de difusión que siempre tuvo un poco de aroma a lobby publicitario. Hoy esa afirmación está también desmentida y relativizada por estudios científicos. De nuevo: es un tóxico, no es saludable.
Algunos números
Para la Organización Mundial de la Salud no hay dudas: el alcohol es el responsable de cerca de 3 millones de muertes cada año. Dos de los tres millones son hombres. El 7% de la población mundial mayor de 15 años (unos 400 millones de personas) tienen trastornos con el alcohol.
Según la Organización Panamericana de la Salud, “El consumo en las Américas es de aproximadamente un 40% mayor que el promedio mundial. En general, su población bebe en un patrón que es peligroso para la salud. Este tipo de conducta de riesgo se asocia con diversos daños a la salud y sociales, que incluyen más de 200 condiciones (enfermedades no transmisibles, trastornos mentales, las lesiones y el VIH), así como la violencia doméstica, la pérdida de productividad, y muchos costos ocultos.
El alcohol es el disparador de varias enfermedades no transmisibles: algunos cánceres, algunas cardiovasculares, y lógicamente las hepáticas. La enfermedad hepática alcohólica es más común en personas entre los 40 y 50 años y no se presenta en todos los bebedores empedernidos. Las probabilidades de arruinar tu hígado aumentan con los años que hayas estado bebiendo y la cantidad de alcohol que consumas. Y, atención: ni siquiera es necesario emborracharse a diario para padecer sus consecuencias.

Por supuesto que el alcohol es además responsable de una enorme cantidad de accidentes viales y domésticos. Esta semana salió por todos lados el caso del taxista borracho que se quedó dormido en su auto en medio del tránsito y no lo podían despertar. Por suerte una anécdota sin final trágico, pero sólo por suerte. En Argentina el 25% de los incidentes de tránsito son causados por conductores que bebieron alcohol entre 1 y 6 horas antes. No podemos seguir llamándolos accidentes, casi siempre se trata de negligencia y mucha imprudencia, que además en muchos casos afecta a la salud o las vidas de terceros que sólo tuvieron la desgracia de pasar por ahí y ser impactados por una persona que tomó demasiado. Si vas a manejar, no consumas alcohol; si bebiste, no manejes.
Tomar o no tomar
Saquemos de la conversación el alcoholismo, una adicción severa, como tantas otras, que genera problemas de salud, sociales, vinculares, económicos, laborales y de toda índole. Si partimos de que el alcohol muchas veces es un factor que nos facilita socializar, las personas alcohólicas se suelen aislar para beber en soledad

De lo que prefiero hablar es del consumo social y ocasional, de eso que la mayoría de nosotros hacemos, aquello que necesitamos para estar en una reunión, para reírnos, para pasarla bien. Hace poco hablaba con Lucas, alguien con quien trabajo hace tantos años que ya no sé si llamarlo compañero o amigo, que me contaba algo que yo no había notado: “Hace un año que dejé de tomar alcohol”. Lucas nunca tuvo un problema en sí con la bebida, pero en un momento percibió que había algo en su manera de hacerlo que no le cerró. Empezó como una manera de acompañar a su pareja que esperaba el primer hijo de ambos. “Entonces me di cuenta que eso me estaba haciendo bien y me hizo reflexionar que yo siempre usé el alcohol para estar más desenvuelto, para sentir cierta euforia y lo hacía todo el tiempo en las reuniones a las que iba. Al principio me resultó un poco incómodo para algunas interacciones sociales, al percibir que no tenía ese escudo, pero también sentí que me hacía más genuino. Parece que te falta algo, que no sos la misma persona cuando estás con otros, es como que tuve que recalibrar un poco mi personalidad socialmente y aprender a ser y estar en grupo sin probar alcohol”. Aún así Lucas no se volvió completamente abstemio, pero restringe muchísimo más los momentos y las cantidades que bebe. “Me gusta este cambio y lo siento como una pequeña victoria.”
Pablo Ruiz Gallo es triatleta y además nutricionista que trabaja diariamente tanto con deportistas como con toda clase de personas que lo consultan. Hace poco tiempo conversamos en uno de los episodios del Podcast vive+, si todavía no lo viste, te recomiendo que lo hagas, vale la pena.
Consulté a Pablo acerca del alcohol y me dijo: “Si tenemos un pensamiento matemático, el alcohol al cuerpo humano no le hace bien, el etanol es tóxico para el organismo. Cuando tomamos alcohol, nuestro cuerpo inmediatamente se pone en funcionamiento para eliminar ese tóxico. Como somos seres biopsicosociales, esto puede entrar en conflicto con que también se trata de una bebida espirituosa, que te permite encontrarte con otras personas y desde lo social y lo psíquico nos lleva a preguntarnos qué hace bien y qué hace mal. Pero desde lo metabólico, sin duda el alcohol hace mal y en cualquier medida que se lo tome, aunque claro que cuanto más se bebe, peor hace.”
No quiero ponerme cargoso, el año se termina y todos andamos con poco tiempo. Como todo lo que hacemos en vive+, la idea de este texto es invitarte a que te cuides, a que conozcas lo que te pasa en el cuerpo, en tu cabeza, que al fin y al cabo está todo mezclado. Que puedas elegir lo que hacés de manera consciente, haciéndote responsable de tus actos y de sus consecuencias. Cuidate y cuidá a quienes te rodean.
Se nos va 2024, los años pasan más rápido de lo que todos pensamos que deberían durar. Fue un año difícil en algunos rubros, pero muy potente para mí en el hecho de haber encarado este proyecto y haber podido encontrar en muchos de ustedes un eco que alienta a pensar que vamos bien. Por un par de semanas no habrá Newsletter, nos reencontramos pronto y seguimos en contacto.
¡Feliz año!